Está claro, cada persona tiene una visión diferente de cualquier acontecimiento. Llego a la conclusión mientras veo las fotos de Pupi y Simón nada más subir las mías. Pero también hay algo en común, las caras tiene la misma expresión en casi todas las instantáneas, estamos felices y no solo es la típica sonrisa cuando te retratan, grupos animados, personas que conversan unas con otras, y cuando nos fotografían y nos fotografiamos nos mostramos alegres porque inmortalizamos un momento en que nos sentimos felices.
Los anfitriones
La Clandestina ha sido un éxito, y no es la opinión que se da en el foro vulcan rider spain para agasajar a nuestros anfitriones ¡es un hecho constatable!
Para los anfitriones ha empezado mucho antes que para los asistentes, ponen lo mejor de sí mismos, y eso no sería posible si no hubiese cohesión y un objetivo común, hacer felices a sus invitados durante ese fin de semana.
Salida hacia la Clandestina Rider
El viernes estoy deseoso de salir para Béjar, tengo la moto preparada desde tiempo atrás, solo debo hacer un alto en el camino a mi paso por Valencia, para tomar un café con Chikavulcan y entregarle algunas cosas que le debía.
El resto del camino lo tengo que hacer casi todo por autovía; días atrás tenía previsto poder encontrarme en algún punto de las carreteras de Aragón con Metro – odia ir por autovía y hace rutas con tanto rodeo como puede para evitarlas – una pena, me hubiese gustado compartir la experiencia con él, pero ésta vez no ha sido posible.
Me consuelo disfrutando del paisaje, pero me abruma no poder parar en algunos puntos para relajarme con el paisaje y tomar algunas fotos que el camino me ofrece, trato de ir reservando en la memoria aquellas vistas que me ofrecen sensaciones.
El día es claro y la temperatura quizás algo más cálida para la época que estamos, el cielo muestra la mejor estampa para el fotógrafo aficionado, una luz brillante, un azul intenso y algunas nubes que con aspecto de algodón me producen frescor de vez en cuando al situarse delante del sol.
Los paisajes durante la ruta
Los paisajes durante los viajes en moto no dejan de sorprenderme. Dejo la carretera de Madrid a la altura de Tarancón, paso Toledo dirección Extremadura y Portugal, conforme avanzo la dehesa se muestra placentera, un manto verde salpicado de flores nacidas de ésta temprana primavera con colores amarillos, morados y violetas decoran el paisaje que rompen aquí y allá las encinas junto con algún chopo que se muestra orgulloso de su altura mientras sus ramas y hojas menos consistentes marcan la dirección del viento.
Grupos de ganado pacen tranquilos pastando del abundante forraje junto a abrevaderos naturales. Por fortuna, antes de llegar a Plasencia encuentro una salida de la autovía que me lleva a una rotonda tranquila donde puedo disfrutar del paisaje y hacer unas cuantas fotos para el recuerdo, la rotonda se asemeja a un enorme macizo de flores, incluso las señales de tráfico parecen estar acorde en su colorido con el entorno.
A partir de Plasencia, el paisaje va cambiando y parece plegarse en montañoso por capricho y fuerza de la naturaleza, como si hubiese querido hacer un pliegue en el manto del suelo mientras mantenía liso y ondulante el resto.
Llagada a Béjar y reencuentros
El gps me adentra a Béjar por una ruta un tanto extraña y me hace callejear un rato, aunque me lleva sin complicaciones hasta la puerta principal del hotel, a partir de aquí, besos, abrazos y conversaciones atropelladas con unos y otras mientras Metro me pone una cerveza en la mano que me sabe a gloria.
Siempre me pasa lo mismo en éstos encuentros, debido a mi despiste crónico termino abrazando y saludando tres veces a unos mientras que de otros tengo la sensación de ser la primera vez que los veo, en fin, ¡la edad que no perdona y acrecienta los defectos!
Desde el principio se ha notado en el encuentro un ambiente magnífico. No se me escapó, porque era evidente, que todos los anfitriones asumían una u otra tarea, en el reparto de camisetas, de regalos, en la ruta, una auténtica piña entre todos, y con ese ejemplo se ha visto reforzado en el ambiente la camaradería entre los demás.
Sábado en la Clandestina
Ya conocía el pueblo de Candelario en una visita anterior que realicé a Salamanca, incluso paré en la virgen del Castañar igual que hicimos en ésta ocasión, aunque me llevé una gratísima sorpresa porque en aquella ocasión no conocí La Antigua, la plaza más antigua de España y, por lógica, supongo, del mundo.
La población de Candelario invita a callejear, y es algo a lo que no puedo sustraerme, volví a visitar al cristo del SXV que normalmente está en una pequeña ermita. Su esplendor radica en que el artista talló toda la escultura de un mismo trozo de sabina, un tipo de vegetación del cual Salamanca goza de un bosque bastante conocido y de cuyo tipo de árbol parece impensable poder sacar una pieza tan increíble como esa.
Después de callejear ya iba apeteciendo dar buena cuenta del cocido al que algunos nos apuntamos. Prometía ser espectacular en el restaurante la Corrobla, el nombre hace referencia a un grupo de amigos, lo que en Castellón sería una colla, un grupo de gente que se reúne para pasarlo bien. El nombre no podía ser más acorde al grupo que nos juntábamos para degustar el cocido, entre otros platos.
No nos decepcionó en absoluto los que pedimos comer cocido, estaba espectacular, no es de extrañar que la mayoría, al acabar la comida, se tumbase sobre el césped a la sombra de los árboles del jardín para tratar de relajar el sofocado estómago. El espectáculo más parecía un grupo de morsas sobre la arena a la orilla de la playa que un grupo humano, aunque hay que reconocer que el cocido por bueno y abundante se hacía duro de digerir.
Ya por la tarde, el grupo se dividió, una parte fue a callejear por Béjar, y la otra nos dirigimos a Hervás al museo de motos y coches antiguos. Para quien no lo haya visitado ya puede pensar en programar una visita, el museo se divide en siete naves con planta de forma ovalada y techo alto. En conjunto parece, salvo por el tamaño y color, un poblado pitufo. Al final, se accede por una rampa metálica al tejado de un edificio en la parte más elevada del terreno, con lo que se accede a una vista del entorno magnífica.
En el museo se muestran una fantástica variedad de vehículos clásicos, tanto coches como motos, además de carrocerías de caballos y carritos de bebés. Como he comentado, una visita al lugar bien merece el viaje, seguro que como visitante se sorprenderá tanto como yo, mejor verlo que describirlo.
Ya de noche, la cena, al final, fuimos deleitados con una fantástica actuación de bailes orientales por parte de nuestra sexagenaria favorita Julia, Jotace, una mujer vital que si no existiese habría que inventarla, y tenemos el lujo de que esté con nosotros.
Con los sorteos y la correspondiente copa en el pub se acaba la noche de sábado, toca dormir, al día siguiente siempre hay que reservarse media hora como mínimo para despedirse de la mayoría. Se repite la escena, besos y abrazos varias veces a algunos para compensar que no te despides de otros, ya se sabe, mi despiste crónico.
Para terminar
Suele ser un tópico, se dice que ha estado muy bien la concentración, que os habéis superado, etc. Lo cierto, es que de alguna manera se sabe que todo ha ido bien porque ves que los riders que acuden lo han pasado bien, que han disfrutado, que el ambiente ha sido fenomenal porque ha habido muestras de aprecio por doquier, y anécdotas en cantidades más que suficientes.
La realidad es que se ha superado a cuanto se pueda describir, habéis puesto un listón muy alto, pero, sobre todo, si hay algo de lo que podemos esta todos orgullosos es de que se ha notado una gran unidad y camaradería entre todos, y si hay algo en lo que debemos esforzarnos todos, debe ser en mantener ese mismo espíritu que hemos vivido en la Clandestina en Béjar.
-ToniGP-
Fotos Clandestina Toni.
Flickr Clandestina Simón.
Las fotos del evento de Pupi.
Muchisimas gracias, Toni !!
La descripción de la IV ClandestinaCyL, no podría ser mejor.
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