Els Ports – los Puertos- es una de las zonas que recomiendo recorrer cuando se visita
Castellón si se quiere conocer una de las esencias turísticas de la provincia. En ésta
ocasión y por iniciativa de Tito, el único compañero que de momento tengo del VRAS
en la provincia de Castellón, nos dirigimos al santuario de Vallivana a escasos 24 kms
de la conocida población de Morella y a donde los morellanos se dirigen en romería
todos los años para homenajear a su patrona. Hoy en día resulta discutible las
motivaciones, el caso es que para los morellanos forma parte de sus más antiguas
tradiciones.
El ermitorio está edificado sobre lo que fue una antigua capilla del S.XII, la fachada
actual es de estilo gótico y data de 1724, era un lugar en la carretera que va desde la
costa hasta Zaragoza y servía de refugio a quienes viajaban por ella. Anexo al ermitorio
hay una serie de edificaciones, entre ellas un restaurante donde los moteros y ciclistas,
entre otros, van a disfrutar de su cocina con brasas.
A las 8 de la mañana en punto, estábamos listos para emprender la ruta Tito, Charly, un
amigo que conocería esa mañana y ejemplo propio del carácter incluyente del VRAS a
quienes nos gusta compartir con los demás moteros, y yo mismo.
La mañana se nos presentaba con una niebla que nos hacía temer que la ruta no fuese
todo lo tranquila que nos habíamos propuesto, pero por fortuna, al poco tiempo el sol
nos mostraba su cara más amable y brillante, dándonos unas condiciones de temperatura
ideales para la ruta.
Una vez en el restaurante del santuario, los productos a la brasa nos invitaba a su
degustación, y qué mejor manera de hacerlo que conversando en armonía, mostrando
nuestro amigo Charly un magnífico talante conversador. Llegando todos a la
conclusión que lo mejor de lo humano y lo divino está en la moderación, tratando de
hacer las cosas bien y con honestidad para que nada ni nadie se vea perjudicado por
nuestros actos.
En éste mismo lugar saludamos a otro grupo de moteros que hacían un alto en el mismo
sitio pero con la intención de realizar una ruta más larga que les llevaría a volver a
Castellón después de pasar por la vecina Tortosa.
Tras el almuerzo, se impone disfrutar del entorno como del santuario que tanto a la
entrada, como en el propio recinto religioso, se nos presenta con una decoración
elegante y de ambiente sereno. Siendo o no religiosos se puede disfrutar de su interior
que siempre apetece aunque se haya visitado en otras ocasiones.
Ya de regreso, decidimos tomas la variante que pasa por la villa de Catí, conocida entre
otros por sus quesos principalmente tiernos, enlazábamos así con la carretera que va de
Ares a Castellón. Dejamos Ares para otra ocasión, siendo otro de los sitios que merece
una ruta futura.
Cercanos ya a la ciudad, al paso por el pueblo de Pobla Tornesa, es recomendable
visitar el Restaurante Herminia, lugar de encuentro igualmente de ciclistas y moteros, en
él se hace casi imprescindible probar un “palmero”, producto muy pedido por sus
clientes, eso sí, es preciso no haber tomado, o haber tomado con mucha moderación, alcohol
previamente, la sensatez se impone en carretera, aunque también es verdad que la mayor
parte del que lleva el palmero se quema durante su elaboración, ante la duda, prudencia.
En mi caso, prefiero dejarlo para otra ocasión, aunque apenas probé el alcohol durante
el almuerzo.
Tras la visita al Herminia, el resto del trayecto se hizo sin complicaciones, el regreso a
casa fue tranquilo y sereno, la ruta cumplió su función, estrechar lazos entre
compañeros del VRAS y conocer a otros moteros con los que compartir rutas en el
futuro.
-Toni GP-
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